Día un tanto gris, con un atisbo de sol que parece que se intuye iluminando débilmente la ciudad.
La gente anda abrigada por la calle, veo pasar por mi ventana los coches de todos aquellos que se dirigen a sus trabajos. Algunos dormidos, otros con ganas de llegar, otros pensando que qué puñetas están haciendo con su vida, otros deambulando a trabajos robotizados. O quizá... la mayoría, simplemente saliendo de casa rumbo al inaem o a deambular por las calles para no sentirse tan mal.
Yo he vuelto a madrugar, tengo muchas cosas que hacer y que adelantar, y además, citas ineludibles que para bien, para mal, darán carpetazo al primer capítulo de uno de esos momentos que todos tenemos en la vida al que llegamos sin saber cómo.
El año pasado toqué fondo en muchos aspectos, y dicen que a veces para crecer, hay que tocar fondo. En ello estoy.
Decidí un cambio de vida, y poco a poco voy dejando atrás esos golpes que te da la vida cuando le apetece jugar contigo. Ahora, con una actitud muy diferente, intento afrontar todo desde otra perspectiva. Tocar fondo, quizá no un fondo demasiado profundo, pero fondo al fin y al cabo, me sirvió para aprender que levantando la cabeza ves más luz que mirando al suelo.
La vida sigue, e irremediablemente las cosas se van quedando atrás, y por suerte, que no siempre pasa, algunas carpetas se pueden cerrar y archivar.
Hoy es 16 de febrero de 2011, the show must go on.